Moisés Naim: Prada, Hermès y el PC chino
por Moisés Naim el 18/03/2012 a las 06:19 horas
El patrimonio personal de los 70 delegados más ricos de la Asamblea
Popular Nacional de China alcanzó en 2011, según Bloomberg, los 90.000
millones de dólares.
En estos días Forbes publicó, como todos los años, su lista de las
personas más ricas del mundo. Por casualidad, esto coincidió con otro
evento anual que tenía lugar en las antípodas de la sede de Forbes en
Nueva York. Se trata de la reunión de la Asamblea Popular Nacional de
China, que es formalmente el órgano supremo del Estado chino y
representa el poder legislativo. Sorprendentemente, estos dos hechos
están conectados. La lista de los delegados a la Asamblea china incluye a
casi todas las personas más ricas de ese país. Y algunas de ellas
figuran también en la lista de Forbes.
Con sus 2.987 representantes, la Asamblea china constituye el
Parlamento más numeroso del mundo, y sus reuniones en el Gran Palacio
del Pueblo, en la legendaria plaza de Tiananmen de Pekín, son siempre
noticia. No por las decisiones que allí se toman: este organismo no
tiene, en la práctica, poder alguno. Es un ente simbólico. Y su reunión
coincide con la de otra institución que también tiene mucho nombre y
poco poder: la Conferencia Consultiva Política del Pueblo.
La importancia de estos congresos anuales se debe a que los
verdaderos líderes del país utilizan sus discursos para dar a conocer a
su pueblo y al mundo sus prioridades y preocupaciones. En esta última
reunión, por ejemplo, el primer ministro, Wen Jiabao, señaló que China
tiene que emprender reformas urgentes. Reconoció que la desigualdad y la
corrupción son problemas críticos y que el crecimiento económico de su
país será en adelante más lento que hasta ahora.
La reunión de la Asamblea Popular también ha sido noticia por la
elegancia de los representantes. La periodista Louisa Lim destacó, por
ejemplo, el traje de la delegada Li Xialin -un Emilio Pucci que cuesta
2.000 dólares- o el bolso Louis Vuitton modelo Alma de 2.500 dólares que
llevaba la delegada Cheng Ming Ming. Me parece pertinente informarles
que la señora Li es la hija del ex primer ministro Li Peng y que la
señora Cheng, quien completaba su cartera de Vuitton con un vistoso
abrigo de pieles, es la dueña de uno de las mayores empresas de
cosméticos de China.
No faltaron incluso representantes de ciertas minorías étnicas que
combinaban sus atuendos tradicionales con carteras de Burberry de 800
dólares. Inevitablemente, la vibrante y cada vez más audaz comunidad de
blogueros chinos ha comenzado a referirse a las reuniones de la Asamblea
como "la Semana de la Moda de Pekín".
La probabilidad de que estos bolsos, trajes o cinturones sean
falsificaciones no es muy alta: los delegados a la Asamblea se pueden
dar el lujo de comprar los originales. Su opulenta elegancia es la
manifestación de su inmensa riqueza. El patrimonio personal de los 70
delegados más ricos de la Asamblea Popular Nacional de China alcanzó en
2011, según Bloomberg, los 90.000 millones de dólares, 11.500 millones
de dólares más que en 2010.
Los delegados a la Conferencia Consultiva Política del Pueblo son aún
más ricos: el patrimonio personal de cada uno de ellos supera los 1.500
millones de dólares (un 14% más que el año pasado). Para tener idea de
las proporciones, basta saber que el ingreso promedio por habitante en
China es de tan solo 4.200 dólares al año. A pesar de que el ingreso per
cápita es hoy el doble de lo que era en 2000, sigue siendo inferior al
de países muy pobres como Sudáfrica o Perú.
La presencia de los súperricos chinos en estos órganos del Estado
comenzó con una decisión deliciosamente irónica: hace una década, el
secretario del Partido Comunista, Jiang Zemin, abrió a "los
capitalistas" de su país la afiliación al partido. Si bien muchos de los
ricos se afiliaron, también es cierto que muchos de los miembros del
partido se han hecho ricos. "Esta es una situación como la del huevo y
la gallina ¿Son políticamente poderosos porque son ricos o son ricos
debido a su influencia política?", se pregunta Rupert Hoogewerf, que
publica Hurun, una lista anual de los 1.000 chinos más acaudalados.
La revista Forbes y su lista de ricos puede auxiliar al señor
Hoogewerf en la búsqueda de la respuesta: al examinar los orígenes de
las fortunas más grandes del mundo, se hace evidente que muchas de ellas
crecieron al amparo (o más que eso) de los gobiernos. El Estado, y no
el mercado, es en muchos países la ruta para obtener riquezas
inimaginables. Y, en eso, China no es diferente.
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