Pasó 32 años en la cárcel, salió libre y ahora pagará cadena perpetua

La historia de Crosley Green es una de las más dramáticas e injustas que se han conocido en el sistema judicial de Estados Unidos. Este hombre afroamericano, fue condenado en 1989 por el asesinato de Charles Flynn, un joven blanco de 22 años, en un caso lleno de irregularidades, prejuicios y manipulaciones.

Green siempre ha mantenido su inocencia y ha luchado por demostrarla durante más de tres décadas. En 2018, un juez federal de Orlando, anuló su condena y ordenó un nuevo juicio o su liberación, al considerar que se habían violado sus derechos constitucionales y que los fiscales habían ocultado evidencia exculpatoria.

Sin embargo, el estado de Florida rechazó esa decisión y logró que una corte federal de apelaciones la revirtiera, argumentando que la evidencia en cuestión no era relevante para el caso. El Tribunal Supremo de Estados Unidos, se negó a revisar el caso y dejó en firme la orden de cadena perpetua.

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Así, el pasado 17 de abril, se entregó voluntariamente al Departamento de Correcciones de Florida, para continuar cumpliendo la pena a la que fue sentenciado. Lo hizo después de haber pasado dos años en libertad condicional, bajo arresto domiciliario, en los que pudo reencontrarse con su familia, conocer a sus nietos, trabajar y participar en una comunidad religiosa.

¿Qué pruebas hay contra Green?

La condena de Green se basó principalmente en el testimonio de Kim Hallock, la ex novia de Flynn, quien estaba con él la noche del crimen. Según su versión, ambos estaban en un parque cuando fueron abordados por un hombre armado que los obligó a subir a la camioneta de Flynn y los condujo hasta un campo de naranjas.

Allí, el hombre le disparó a Flynn en el pecho y le robó su billetera y su reloj. Luego, le ordenó a Hallock que saliera del vehículo y le entregara las llaves. Ella dijo que aprovechó un descuido del asaltante para subir a la camioneta y escapar con Flynn herido. Lo llevó hasta un hospital cercano, pero ya era demasiado tarde para salvarlo.

La mujer identificó a Green como el autor del disparo, entre un grupo de fotos que le mostraron los agentes. Sin embargo, su testimonio tiene varias inconsistencias y contradicciones con las evidencias físicas y los informes policiales.

Por ejemplo, Hallock dijo que el asaltante era un hombre negro con una camiseta blanca y unos pantalones vaqueros oscuros. Sin embargo, cuando los agentes encontraron al acusado esa misma noche, él llevaba una camiseta verde y unos pantalones vaqueros claros.

Los investigadores encontraron más incongruencias

La mujer no mencionó ningún rasgo distintivo de Green, como sus dientes torcidos o su cicatriz en el brazo. Tampoco explicó cómo pudo escapar del asaltante si este tenía el arma y las llaves del vehículo.

Otro punto sospechoso es que Hallock esperó más de una hora para llamar al 911, después de salir del campo de naranjas. Según ella, no encontró ningún teléfono público en el camino al hospital. Sin embargo, los investigadores hallaron varios teléfonos públicos cerca de la ruta que ella siguió.

Asimismo, ella cambió varias veces su versión sobre lo que hizo con el arma del asaltante, que según le arrebató durante el forcejeo. Primero dijo que la tiró por la ventanilla, luego dijo que la dejó en el campo de naranjas y finalmente dijo que la escondió debajo del asiento del conductor.

El arma nunca fue encontrada ni analizada por la policía. Tampoco se hallaron huellas dactilares ni rastros de ADN de Green en la escena del crimen.

A pesar de todo, el acusado sigue estando esperanzado en su batalla por probar su inocencia. En un comunicado proporcionado por sus abogados a CNN, dijo: “Para mí, esto es solo otra parte del proceso que estoy atravesando ahora para recuperar mi libertad. Eso es todo lo que es”.

“Si todos pudieran creer en sí mismos de la misma manera en que yo creo en mí mismo, con la ayuda del Señor, entonces podrían entender y decir las cosas que puedo decir al no permitir que nada se interponga entre ustedes y su fe”, dijo.