La semana pasada, el Secretario de Transporte de EEUU, Pete Buttigieg, señaló que una disposición del proyecto de ley de infraestructuras subvencionaría los esfuerzos de un plan para reparar los daños sufridos por las comunidades minoritarias cuando una carretera o un puente perturbaran sus barrios.
Se refería a cómo el poderoso planificador Robert Moses empleó nuevas carreteras y puentes para limitar las oportunidades de los residentes de Nueva York que no eran blancos, como se relata en la premiada biografía de Robert A. Caro, “The Power Broker”, reportó Floridaphoenix.
Un hombre del distrito rural de Albritton prometió que toda su familia votaría por su reelección siempre y cuando el comisionado pavimentara el camino de arcilla roja frente a su casa, y así lo hizo.
Los equipos del condado se presentaron y pavimentaron un tramo de una milla directamente frente a la casa del hombre. Parece ridículo, pero fue suficiente para conseguir los votos de su familia.
En un sentido más amplio, las decisiones que tomamos sobre las rutas de las carreteras demuestran lo que valoramos como sociedad. ¿Qué queremos salvar? ¿Qué nos parece bien destruir?
Por ejemplo, en 2016, cuando el DOT de Florida siguió adelante con la construcción de una extensión de la poco utilizada Suncoast Parkway, atravesó el bosque estatal de Withlacoochee y borró el emplazamiento de un antiguo campamento de trementina llamado Etna, que estaba en el Registro Nacional de Lugares Históricos.
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